Hola Jóvenes,
Saben, hace un tiempo escuche a un hombre decir que en su trabajo, por reglas de la empresa, él no podía hablar de Dios. Lo que me pareció interesante es que él también mencionó que le gustaba esta regla; el dijo:
-“Me gusta que no puedo hablar de Jesús, porque así puedo mostrarlo más con mis acciones.”
¿Que pasaría jóvenes, si mañana simplemente nos prohibieran mencionar a Dios en nuestro diario vivir? ¿Cómo podríamos evangelizar? ¿Sería posible ganar almas? Al pensar en esto me pregunto entonces ¿Está nuestro testimonio realmente mostrando a Cristo?
El propósito de este Blog no es decirles cómo deben comportarse, sino que deseo que nos lancemos un reto, es simple y es que en cada momento de nuestra vida mostremos a Cristo, hagamos un examen de conciencia y preguntémonos si ¿Realmente estamos llevando la palabra a otros … sin hablar?.
Les contare que hace un año tuve un accidente vehicular, nada grave, pero los vehículos si tuvieron un daño considerable, cuando me baje, la persona del otro vehículo se acercó a mí y me pregunto como estaba y luego hablamos sobre los daños y la manera a conciliar el accidente. Lo que me llamó mucho la atención es que, desde el inicio, él estaba demasiado en paz después de un accidente y sentí que definitivamente había algo diferente en él, tanto así que su tranquilidad me hizo calmarme a mi también. Cuando se retiraba del lugar recuerdo que dijo: ¡Que Dios la bendiga!. !Ah! eso era lo que había de diferente, él era un hijo de Dios, durante todo el accidente y arreglos no discutimos asuntos personales, pero su actuar me decía que ese hombre era hijo de Dios.
¿Podríamos nosotros en una situación similar, mostrar a Jesús sin siquiera mencionarlo? o imagínate algo más grave que simples daños materiales ¿Que tal si el accidente hizo perder la vida de un ser querido?
El reto no es que “actuemos” como Cristianos, Dios no nos ha contratado como actores en el mundo, quiero que este día pensemos en serio si somos hijos de Dios, pues si lo somos, solo seamos nosotros. Vivamos como verdaderos hijos de Dios y permitamos que el Espíritu Santo nos guíe y nos permita reflejar el carácter de Cristo en cada situación de nuestra vida.
«Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.»
1 Corintios 10:31 (RV 1960)
Así que, actuemos para la gloria de Dios, permitamos que aún los que me ven de lejos, manejando, en el bus, o solo abriendo la puerta de un extraño vean que somos hijos de Dios y que hay algo diferente en nosotros… aun sin decirlo.
Recordemos un famoso dicho en las iglesias cristianas: “Hablemos de Jesús y si es necesario abramos la boca”.